
Soy adicta a ID, Investigation Discovery, un canal de cable donde relatan investigaciones policiales.
Mirando ese canal, tomamos conciencia que en Estados Unidos hay asesinos seriales. Si bien en Argentina tenemos algunos, muchos pensábamos que el primer asesino serial de estas pampas, fue Cayetano Santos Godino, más conocido por su apodo, el Petiso Orejudo, autor de crímenes despiadados, asesinaba niños. El Petiso Orejudo nació un día de brujas, el 31 de octubre de 1896 y falleció en el penal del fin del mundo (Ushuaia) en 1944.
La historia nos cuenta que antes que el Petiso Orejudo, Buenos Aires tuvo otro asesino serial, de origen italiano, y que coincidentemente se llamaba Cayetano igual que el tristemente famoso Petiso Orejudo.
Cayetano Grossi, es considerado el primer asesino serial de la Argentina, nació en 1854 en Bonifati, provincia de Cosenza, Italia, y fue fusilado el 6 de abril de 1900.
Grossi llegó a la Argentina solo, a los 24 años, abandonando en Europa a su mujer y dos hijos. Al poco tiempo, conoció a Rosa Ponce de Nicola, una viuda con dos hijas mayores Clara y Catalina. De la unión de Rosa y Cayetano nacieron tres hijos más.
La familia vivía en la calle Artes (hoy Carlos Pellegrini) 1438 en el barrio de Retiro. Cayetano al llegar a Buenos Aires, tuvo ocupaciones informales: afilador, botellero, hasta que se hizo de un carro y comenzó a reciclar elementos que las personas descartaban, lo que hoy llamamos Cartoneros y que por esos tiempos eran Carreros, se los denominaban así porque empujaban un carro.
La situación familiar era tóxica y criminal, Grossi no solo violaba a su mujer Rosa, sino que además lo hacía a sus hijastras, Clara y Catalina.
Grossi frecuentaba basurales para su trabajo, y en uno de ellos, el 29 de mayo de 1896, otro cartonero encontró el brazo de un bebé. Alerta a la policía, y al rastrear la zona, encuentran el cráneo muy golpeado, las dos piernas y el otro brazo. El comisario sin levantar demasiado la perdiz ordena que se revise la basura a medida que llega, y en una de esas bolsas, encontraron el tórax, el cadáver estaba completo.
La autopsia determinó que la muerte fue por fractura de cráneo. No hay sospechosos. La prensa le dio importancia al caso de “la niña descuartizada”, que, a pesar de figurar en titulares, la investigación se estancó.
Dos años más tarde, en 1898, en el mismo lugar del basurero, una persona encontró otro cadáver de bebé envuelto en un trapo, con el cráneo destrozado, múltiples signos de quemaduras, y la autopsia añadió que el bebé murió por asfixia, fue ahorcado.
Los interrogatorios, condujeron a la policía al barrio de Grossi. Cuando hablaron con los vecinos, señalaron a Cayetano como una persona agresiva, que abusaba de sus hijastras, e incluso que habían visto a una de ellas embarazada, pero que luego de dar a luz, jamás la vieron con un bebé.
La policía interrogó a Clara que poco tiempo antes de la detención de Grossi había dado a luz. Ella confesó que tuvo dos hijos con él y que Cayetano se los llevó diciendo que los dejaría en un orfanato. El se defendió aduciendo que sus hijastras tenían amantes y que ellas asesinaban a los niños por vergüenza.
Debajo de la cama, encontraron otro bebé muerto en una lata envuelto en harapos.
La familia ante semejante evidencia se quebró, confesaron. Grossi violaba a sus hijastras y cuando se embarazaban ayudaba en el parto. Una vez que los bebés nacían, los colgaba y los arrojaba al fuego en presencia de sus madres.
Cumpliendo el decreto del presidente Julio Argentino Roca, el juez Madero ordena su fusilamiento. Su mujer y sus hijastras son condenadas a tres años de prisión por encubrimiento.
El 6 de abril de 1900 a las 8:00 de la mañana, una ráfaga de disparos detuvo la tranquilidad del barrio de Palermo, Cayetano Grossi fue fusilado en la Penitenciaría Nacional de la Avenida Las Heras, donde hoy hay un bello parque con una escuela. Grossi antes de morir, gritaba su inocencia y decía que era una injusticia, pero el pelotón al mando del capitán Manuel Medrano, cumplió la sentencia judicial. Grossi se ladeó hacia su derecha, el sargento Lascano se acercó y le dio el tiro de gracia.
Ese día, murió el primer asesino serial de la Argentina.
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