Esas palabras bonitas que nos dicen pero que esconden oscuridad

Hace un tiempo pregunté a mi hijo que me defina con una palabra, y me dijo: resiliencia. La misma pregunta le hice a mi madre y me dijo: generosidad. A veces esas lindas palabras en el fondo esconden otra historia.

Imagen de Elf-Moondance en Pixabay

Cuando estudiaba para mi formación de Coach, en un determinado momento le pregunté a mi hijo lo siguiente:
-¿Si tuvieras que definirme con una palabra, cuál sería?
-Resiliencia
Me quedé pensando en esa palabra, recordaba que mi madre siempre me decía que era demasiado generosa, y empecé a evaluar en medio de ésta pandemia, las definiciones que me dieron las dos personas que a mi modo de ver son las que me conocen en más de un 50%.

Quizá alguien se sentiría feliz con esas dos definiciones, pero la vida, las circunstancias, los problemas y la gente, tienen dos caras como la moneda.

Analizando la definición de mi madre, la generosidad es maravillosa, te hace ayudar a mucha gente. Esa es la parte positiva, en su lado oscuro, el generoso puede tener dos caras: o es un narcisista y su generosidad lo hace feliz porque todos lo aman, es decir, no es generoso por bondad hacia los demás, sino que lo es para demostrarle al mundo lo maravilloso que es, en ese caso la generosidad también lo toca personalmente, y está la otra parte a la cual pertenezco, el generoso que se ocupa del mundo, menos de sí mismo. La gente lo ama, pero él no se ama. Solo quiere ver a los demás felices, y a la larga, es frustrante. Aunque el generoso no quiera algo a cambio, siempre en su interior espera que en un momento determinado, cuando necesita esa mano amiga con la cual fue generoso, habitualmente esa mano amiga no está, y es por demás frustrante.

Analizando la definición de mi hijo, la resiliencia te hace ver como la protagonista de momentos épicos, pero la realidad es que sos la reina del aguante. Cuando el padre de mi hijo se fue de casa, tuve que inventarme una vida a los 47 años para sostener las cosas de las que el señor no se hizo cargo, y ¿saben qué? No fui la heroína, fui la estúpida que liberó de responsabilidades al señor que creyó que más allá de los 40 se podía volver a ser soltero y sin hijos. Las consecuencias fueron dolorosas, mi hijo se crio con un padre abandónico, situación que debe aceptar en terapia.

Es bueno averiguar cómo nos ven los demás, pero tener la objetividad que muchas veces esa palabra que parece bonita y mágica esconda en su interior un dejo de posibilidades negativas para nosotros. En ese caso, aceptar las definiciones para modificar nuestra actitud.

No es necesario dejar de ser generoso, pero sí en nuestra generosidad es obligatorio incluirnos. No debemos esperar nada a cambio. Tampoco debemos abandonar la resiliencia, es muy útil especialmente en estos tiempos de pandemia, pero no portemos la bandera de la resiliencia quitándole responsabilidades a los demás.

Tenemos que dejar de lado la convicción de que todos van a actuar como uno, somos seres individuales y cada quien tiene su actitud frente a la vida, que se trata de una orquesta donde todos tenemos que sonar en armonía, y si alguien desafina, debe salir de la formación.

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About Pat Sierra 37 Articles
Periodista en Ciencia y Tecnología. Autora, Life Coach. Amo vivir en la libertad de la palabra.

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